Eskualde. Productores vascos, nunca ha habido un momento mejor.

Momento oportuno para emprendedores vascos

A veces tienes suerte y te encuentras en el lugar adecuado en el momento adecuado. Pero, si eso sucede y no te das cuenta, esa oportunidad puede que simplemente pasé ante tus ojos.

Quizá sea ahí donde nos encontramos ahora. En el lugar adecuado. Y tal vez no no estemos dando cuenta.

Es un momento fatal para creer en la industria. Un momento fatal para desear una demanda fiable y predecible. Es un momento fatal para esperar obtener unos beneficios poco razonables fabricando cosas corrientes para personas corrientes. Un momento fatal para ser un directivo intermedio bien remunerado que hace lo que le dicen a cambio de un puesto seguro.

Por otro lado, nunca ha habido un mejor momento para tener algo que decir, para adoptar cambios y para ver el mundo con otros ojos. Nunca ha habido un mejor momento para crear conexiones. Y, sobre todo, nunca ha habido un mejor momento para crear cosas extraordinarias.

La mediocridad ya no está permitida

Cualquiera podía hasta hace unos años permitirse el lujo de hacer simplemente lo que se esperaba de él. Un oficinista, un ejecutivo o un trabajador de una gran cadena de trabajo, iba resolviendo su vida sin más problema que el cumplir con su trabajo y agachar las orejas.

De hecho, las escuelas donde nos educaron están basadas en lo que llaman el sistema prusiano. Este sistema fue instaurado por el Rey de Prusia en el siglo XVIII, que estableció la educación primaria gratuita y obligatoria, entre otras cosas con el propósito de crear una clase trabajadora dócil, respetuosa de la autoridad y cuyos integrantes se acostumbraran desde muy niños a cumplir horarios.

La educación que hemos tenido ha sido diseñada para nutrir a las grandes corporaciones del mercado laboral de todo un batallón de oficinistas y currelas dispuestos a obedecer.

Para ello nos han grabado a fuego que arriesgarse es para los temerarios, para los cabezalocas que no tienen nada que perder. Creemos que el fracaso es algo indigno, que estigmatiza de por vida a todo aquel que lo sufre, y que es algo que se debe evitar a toda costa.

Vivir evitando el fracaso

Queremos trabajar para la empresa más grande de nuestro pueblo. Para una que nos proteja bien y se ocupe de lo nuestro. Cuantas menos dosis de incertidumbre tengamos que digerir a final de mes, mejor.

Luego llega un día en que la empresa quiebra. Yo caigo con ella, pero incluso en ese día habremos evitado la responsabilidad de asumir un fracaso. Ser una victima parece ser más cómodo que intentar algo y fracasar. Y es que no sabemos fracasar; nadie nos ha enseñado a eso.

Siempre hemos asociado el sacrificio y la disciplina; la obediencia y la monotonía como propias del mundo laboral.

La creatividad, la innovación, el asumir riesgos; no parece que sean virtudes dentro de una empresa. sino más bien lo contrario. Sabemos que son las empresas que se resisten a cambiar las que se quedan atrás, sin embargo seguimos desconfiando de todo aquel que prueba cosas nuevas.

Divertirnos haciendo nuestro trabajo es más que nunca algo de primera necesidad. Nuestras empresas del futuro no serán gigantes de pies de plomo, incapaces de innovar y adaptarse a las personas. Las nuevas marcas deben inundar el mercado de cosas fascinantes, extraordinarias, que aporten un valor para el que no exista ningún sucedáneo. De lo contrario están abocadas a la extinción.

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Eskualde productores independientes
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