Desde su Gastroteka de Hondarribia el consultor Gastronómico Gorka Irisarri, trabaja por ofrecer soluciones creativas e innovadoras para modelos de negocio en restauración.
Gorka Irisarri es un asesor para el área de creatividad e innovación de modelos de negocio gastronómicos. Sus herramientas se centrar en la formación de equipos y experiencias culinarias centradas en la experiencia del usuario y comensal.
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¿Cualquiera puede emprender?
Irene Martínez trabaja codo con codo con los emprendedores vascos y de la comarca del Bidasoa ayudándoles a que sus proyectos de emprendizaje vean la luz. Muchos emprendedores vascos han pasado por sus manos, donde han podido ver cómo el eje principal de cualquier proyecto emprendedor siempre es la propia persona que lo impulsa.
Propuesta (no tan) marciana para emprendedores
“Un negocio que no hace otra cosa más que dinero es un negocio pobre”
Henry Ford
(Amigo Henry, qué bonito se debía ver todo desde la opulencia.)
Querido Henry, la verdad es que te admiro. Debe ser porque soy ingeniero de formación, y ser el creador de un sistema de producción de coches que sigue vigente 100 años después, no es moco de pavo.
Sin duda, ese cambio productivo hizo que se abaratase el coste de tener un vehículo y lo hizo accesible a millones de seres humanos.
Los que nos dedicamos al e-commerce, estamos esperando que alguien aparezca con una revolución similar en las entregas de paquetería o lo que llaman la “la última milla”.
A fin de cuentas, muchos tienen un producto estupendo que ofrecer, están dispuestos a compartirlo con el mundo, pero si le sumas los costes de envío actuales, a veces se duplica el precio final. No te digo nada si el producto que envías es fresco y debe ir refrigerado y debe llegar en menos de 24 horas a su destinatario, que es nuestro caso en Luraki.
Cuando me plantearon escribir este post, me dije, “tío aprovecha para meter caña al Estado con lo de los autónomos, etc. que seguro que cada vez que ven que un nuevo emprendedor se hace autónomo, los de hacienda se guiñan el ojo diciendo, jeje otro capullo más al que sacarle la pasta…”. Pero luego, pensé, por qué no intentar utilizar mi creatividad y mi tiempo para dar soluciones.
Y se me ocurrió lo siguiente, que la primera vez que lo leas te parecerá una marcianada, pero si lo piensas bien…
La idea es la siguiente: ya que el Estado (es decir, todos nosotros) construye carreteras, puertos, aeropuertos y vías de tren para que se muevan mercancías y personas, por qué no utiliza la infraestructura que ya tiene para facilitar el movimiento de paquetería a bajo coste. Es decir, si ya tienes una institución como Correos, con una infraestructura impresionante, ¿por qué no te dejas de tender a privatizarlo e intentar ganar dinero con Correos y lo utilizas como un servicio a la ciudadanía, fomentando el e-commerce?
Es decir, ¿por qué no creas una “banda ancha” de envíos en España? Yo creo que esto crearía muchos puestos de trabajo y ayudaría a muchos pequeños negocios a arrancar y a los grandes a seguir viviendo, por supuesto. Pero sería una forma de democratizar las posibilidades de triunfo de los que no tienen tanto volumen de envíos. Y así, por otro lado, el estado controlaría todo lo que se mueve por España. Win win.
Y, qué tiene que ver todo esto con Henry Ford, pues nada y mucho. Se trata de intentar hacer las cosas de otra forma, sin hacer grandes inversiones, y con esa mentalidad de dotar de recursos accesibles a todo el mundo.
A fin de cuentas, en esta nación se premia a las empresas que más tienen, reduciéndoles los impuestos y se esquilma a los pequeños emprendedores, sangrándoles cuando más necesitan esos pocos recursos de los que disponen. Se trata de democratizar las oportunidades y de que todos paguemos en proporción a nuestros beneficios. En resumen, se trata de fomentar al igualdad, al margen del tamaño.
Sobre el Autor:
Iñigo Busto, Hondarribia.
Ingeniero de formación. Viajero, aventurero y gourmet de vocación. Iñigo es una de esas personas capaz de poner hitos a sus sueños y echarse a caminar. Conocedor de fondo y empirista del mundo de las start-ups, aceleradoras y business angels del sector tecnológico. Actualmente está enfrascado en su proyecto Luraki: una aplicación web y móvil para geolocalizar productores de alimentos locales y tesoros gastronómicos.
Anunciado en TV: Cómo la tele mató la innovación.
Vivimos en el mejor momento de la historia para crear nuevos productos y servicios. Se ha abierto una brecha ante nosotros que brinda una oportunidad para todos aquellos que están dispuestos a entender las nuevas reglas.
Sigue sin ser fácil, pero ahora es posible. Todo pasa por poner a las personas en el centro de la ecuación.
Venimos de una Era donde el individuo y las personas no existían, lo único que existía era la masa. Nuestras sociedad era masiva, el consumo era masivo; los medios de comunicación eran masivos. Y eso, entre otras cosas, significaba que tú y tus opiniones poco o nada importaban.
La industria de consumo y los grandes anunciantes habían encontrado un filón de oro en las masas. Se habían dado cuenta de que para ganar mucha pasta, homogeneizar las sociedades era lo que mejor funcionaba. Tratarnos a todos por igual.
Cuanto más iguales fuéramos, mejor se vendería todo. Los medios de comunicación de masas hacían el resto.
La tele se convirtió en el mejor aliado de los productos mediocres y los fabricantes asustadizos. No había necesidad de crear productos únicos, ni de ser auténtico, ni de tener una buena idea. Cualquier cosa que se pusiera en el lineal del super se vendía si había una buena partida previa para el presupuesto en publicidad.
La innovación, la originalidad, los productos extraordinarios eran una perdida de tiempo.
Era la época del “anunciado en TV”, un sello que se jactaba de ser un producto salido de ese gran engranaje alimentado por la industria, la agencias de comunicación y la televisión. Como si se tratase de una virtud en si misma. Tenían sin duda el chiringuito muy bien montado.
La tele no sólo mato a las estrellas de la radio, tal y como dice la canción. Se llevó por delante por delante muchas más cosas. Han sido décadas sombrías para las industrias creativas. Una época donde el campo de batalla no era otro que ese que los publicistas llaman los GPR´s o los impactos publicitarios.
No se competía por hacer mejores productos. Ni más novedosos. Los anunciantes estaban demasiado ocupados en optimizar sus inversiones en televisión.
Nada como la tele ha funcionado tan bien para crear necesidades colectivas, modas pasajeras y hábitos de consumo a gran escala. La tele, que duda cabe, ha sido una de las piezas clave en el engranaje de la economía industrial y de consumo.
Pero llegó Internet y saltó todo por los aires.
Los viejos esquemas de comunicación unidireccionales caducaron. Los consumidores empezaron a conversar; a exigir, y pusieron en jaque al viejo engranaje industria- televisión.
Internet conectó a los desconectados entorno a sus gustos, a sus necesidades y a sus rarezas. Creando todo tipo de comunidades.
La sociedad masiva y homogénea se ha venido abajo. Y ha surgido una nueva era donde el individuo tenía más poder que nunca. Hay que hablar a las personas una a una, sorprenderlas y ganarse su atención. Matar mosquitos a cañonazos ya no vale.
La gran sociedad de las masas, donde todos eramos iguales, a dado paso a los micronichos. Y eso lo ha cambiado todo.
No todas las marcas han entendido el cambio de paradigma. Muchos fabricantes se niegan a aceptar las nuevas reglas del juego. Se aferran a su vieja gallina de los huevos de oro. Y es sólo cuestión de tiempo que ellas, al igual que las modas pasajeras, desaparezcan. Y ahí empieza nuestra oportunidad.