¿Cómo darte de alta en autónomos? Fiscalidad para emprendedores vascos.

Quedamos con Javier Ordoki, asesor fiscal, para que  nos  que nos explicará, de la manera más sencilla posible, cómo, cuándo y por qué debe uno darse de alta en la seguridad social. Sabemos que nunca es fácil entenderlo a la primera. Por eso en Eskualde hemos pensado que lo mejor era hacer este vídeo, a modo de tutorial explicativo, para que lo veas siempre que lo necesites. Queremos ayudar a los emprendedores vascos y trabajadores independientes; por eso en Eskualde iremos colgando pequeñas píldoras informativas  sobre temas de fiscalidad para autónomos.

Proponnos, con un comentario,  temas sobre fiscalidad para autónomos y profesionales independientes que quieras que tratemos en vídeo. También puedes contactar con Javier Ordoki directamente a través de Ordoki Asesores.

 

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¿Cualquiera puede emprender?

Irene Martínez trabaja codo con codo con los emprendedores vascos y de la comarca del Bidasoa ayudándoles a que sus proyectos de emprendizaje vean la luz. Muchos emprendedores vascos han pasado por sus manos, donde han podido ver cómo el eje principal de cualquier proyecto emprendedor siempre es la propia persona que lo impulsa.

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Propuesta (no tan) marciana para emprendedores

“Un negocio que no hace otra cosa más que dinero es un negocio pobre”

                                                                                                                                                    Henry Ford

(Amigo Henry, qué bonito se debía ver todo desde la opulencia.)

Querido Henry, la verdad es que te admiro. Debe ser porque soy ingeniero de formación, y ser el creador de un sistema de producción de coches que sigue vigente 100 años después, no es moco de pavo.

Sin duda, ese cambio productivo hizo que se abaratase el coste de tener un vehículo y lo hizo accesible a millones de seres humanos.

Los que nos dedicamos al e-commerce, estamos esperando que alguien aparezca con una revolución similar en las entregas de paquetería o lo que llaman la “la última milla”.

A fin de cuentas, muchos tienen un producto estupendo que ofrecer, están dispuestos a compartirlo con el mundo, pero si le sumas los costes de envío actuales, a veces se duplica el precio final. No te digo nada si el producto que envías es fresco y debe ir refrigerado y debe llegar en menos de 24 horas a su destinatario, que es nuestro caso en Luraki.

Cuando me plantearon escribir este post, me dije, “tío aprovecha para meter caña al Estado con lo de los autónomos, etc. que seguro que cada vez que ven que un nuevo emprendedor se hace autónomo, los de hacienda se guiñan el ojo diciendo, jeje otro capullo más al que sacarle la pasta…”. Pero luego, pensé, por qué no intentar utilizar mi creatividad y mi tiempo para dar soluciones.

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Y se me ocurrió lo siguiente, que la primera vez que lo leas te parecerá una marcianada, pero si lo piensas bien…

La idea es la siguiente: ya que el Estado (es decir, todos nosotros) construye carreteras, puertos, aeropuertos y vías de tren para que se muevan mercancías y personas, por qué no utiliza la infraestructura que ya tiene para facilitar el movimiento de paquetería a bajo coste. Es decir, si ya tienes una institución como Correos, con una infraestructura impresionante, ¿por qué no te dejas de tender a privatizarlo e intentar ganar dinero con Correos y lo utilizas como un servicio a la ciudadanía, fomentando el e-commerce?

Es decir, ¿por qué no creas una “banda ancha” de envíos en España? Yo creo que esto crearía muchos puestos de trabajo y ayudaría a muchos pequeños negocios a arrancar y a los grandes a seguir viviendo, por supuesto. Pero sería una forma de democratizar las posibilidades de triunfo de los que no tienen tanto volumen de envíos. Y así, por otro lado, el estado controlaría todo lo que se mueve por España. Win win.

Y, qué tiene que ver todo esto con Henry Ford, pues nada y mucho. Se trata de intentar hacer las cosas de otra forma, sin hacer grandes inversiones, y con esa mentalidad de dotar de recursos accesibles a todo el mundo.

A fin de cuentas, en esta nación se premia a las empresas que más tienen, reduciéndoles los impuestos y se esquilma a los pequeños emprendedores, sangrándoles cuando más necesitan esos pocos recursos de los que disponen. Se trata de democratizar las oportunidades y de que todos paguemos en proporción a nuestros beneficios. En resumen, se trata de fomentar al igualdad, al margen del tamaño.

Sobre el Autor:

Emprendedor inigo busto

Iñigo Busto, Hondarribia.

Ingeniero de formación. Viajero, aventurero y gourmet de vocación.  Iñigo es una de esas personas capaz de poner hitos a sus sueños y echarse a caminar. Conocedor de fondo y empirista del mundo de las start-ups, aceleradoras y business angels del sector tecnológico. Actualmente está enfrascado en su proyecto Luraki: una aplicación web y móvil para geolocalizar productores de alimentos locales y tesoros gastronómicos. 

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Anunciado en TV: Cómo la tele mató la innovación.

Vivimos en el mejor momento de la historia para crear nuevos productos y servicios. Se ha abierto una brecha ante nosotros que brinda una oportunidad para todos aquellos que están dispuestos a entender las nuevas reglas.

Sigue sin ser fácil, pero ahora es posible. Todo pasa por poner a las personas en el centro de la ecuación.

Venimos de una Era donde el individuo y las personas no existían, lo único que existía era la masa. Nuestras sociedad era masiva, el consumo era masivo; los medios de comunicación eran masivos. Y eso, entre otras cosas, significaba que tú y tus opiniones poco o nada importaban.

La industria de consumo y los grandes anunciantes habían encontrado un filón de oro en las masas. Se habían dado cuenta de que para ganar mucha pasta, homogeneizar las sociedades era lo que mejor funcionaba. Tratarnos a todos por igual.

Cuanto más iguales fuéramos, mejor se vendería todo. Los medios de comunicación de masas hacían el resto.

Emprendedores en eskualde

La tele se convirtió en el mejor aliado de los productos mediocres y los fabricantes asustadizos. No había necesidad de crear productos únicos, ni de ser auténtico, ni de tener una buena idea. Cualquier cosa que se pusiera en el lineal del super se vendía si había una buena partida previa para el presupuesto en publicidad.

La innovación, la originalidad, los productos extraordinarios eran una perdida de tiempo.

 

Era la época del “anunciado en TV”, un sello que se jactaba de  ser un producto salido de ese gran engranaje alimentado por la industria, la agencias de comunicación y la televisión. Como si se tratase de una virtud en si misma. Tenían sin duda el chiringuito muy bien montado.

La tele no sólo mato a las estrellas de la radio, tal y como dice la canción. Se llevó por delante por delante muchas más cosas. Han sido décadas sombrías para las industrias creativas. Una época donde el campo de batalla no era otro que ese que los publicistas llaman los GPR´s o los impactos publicitarios.

No se competía por hacer mejores productos. Ni más novedosos. Los anunciantes estaban demasiado ocupados en optimizar sus inversiones en televisión.

Nada como la tele ha funcionado tan bien para crear necesidades colectivas, modas pasajeras y hábitos de consumo a gran escala. La tele, que duda cabe, ha sido una de las piezas clave en el engranaje de la economía industrial y de consumo.

Pero llegó Internet y saltó todo por los aires.

 

Los viejos esquemas de comunicación unidireccionales caducaron. Los consumidores empezaron a conversar; a exigir, y pusieron en jaque al viejo engranaje industria- televisión.

Internet conectó a los desconectados entorno a sus gustos, a sus necesidades y a sus rarezas. Creando todo tipo de comunidades.

La sociedad masiva y homogénea se ha venido abajo. Y ha surgido una nueva era donde el individuo tenía más poder que nunca. Hay que hablar a las personas una a una, sorprenderlas y ganarse su atención. Matar mosquitos a cañonazos ya no vale.

La gran sociedad de las masas, donde todos eramos iguales, a dado paso a los micronichos. Y eso lo ha cambiado todo.

No todas las marcas han entendido el cambio de paradigma. Muchos fabricantes se niegan a aceptar las nuevas reglas del juego. Se aferran a su vieja gallina de los huevos de oro. Y es sólo cuestión de tiempo que ellas, al igual que las modas pasajeras, desaparezcan. Y ahí empieza nuestra oportunidad.

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¿Qué es el emprendizaje social? – Irene Martínez

 

La Irundarra Irene Martínez lleva años como asesora artesana en innovación social, trabajando codo a codo con emprendedores y empresas dentro y fuera del Bidasoa. Su trabajo trata de poner de manifiesto que son las personas, ninguna otra cosa, los principales activos que tiene una empresa.

Queriamos hablar con Irene sobre  el papel de las personas en el panorama empresarial y emprendedor actual.  Creemos que también las empresas, y no sólo las instituciones, tienen un papel fundamental a la hora de trabajar por y para mejorar el entorno donde operan.

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Lecciones de Michael Jordan para emprendedores

Aquellos a los que la infancia nos pillo en la década de los noventa no podemos olvidar los iconos que nos llegaban del otro lado del charco. La factoría de sueños americana echaba humo y nosotros mirábamos maravillados todo lo que salía de ella. ¿Por qué? Porque a los niños les gustan los cuentos, y a día de hoy todavía nadie a superado a los yankees en eso.

Uno de mis cuentos preferidos era Michael Jordan, un señor americano negro al que llamaban “Air”.

No era el que más alto saltaba. Pero según decían era el que más aguantaba en el aire.

Viéndole jugar uno identificaba con claridad eso que la psicología deportiva denomina “estar en la zona”. Un lugar fértil al que algunos deportistas de élite llegan muy de vez en cuando.

Ese maravilloso estado de la mente llamado “estar en la zona” parecía el hábitat natural de Jordan. Cuando anotaba 5 triples seguidos, o cuando remontaba él solo un partido justo antes del pitido final Jordan estaba en la “zona”.

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Momentos en los que su cabeza se blindaba ante cualquier presión, y su mejor juego salía a relucir. Son esos momentos en los que la mente esta preparada y aúna calma e intensidad.

Y ahí ocurren cosas. Sin tener que pensarlas. Porque a veces nuestra cabeza piensa tan rápido y de manera tan profunda que ya no piensa, sino que siente. Y es entonces cuando las intuiciones aparecen.

Pero esa especie de alquimia no es fruto de la suerte. Se llega con el trabajo constante, con la repetición. Jordan interiorizó esos automatismos de su juego durante muchos años de entrenamiento. Le encantaba lo que hacía y nunca dejó de divertirse con ello. Para él nunca dejó de ser un juego. Y eso le llevo a ser el mejor.

Esta claro que no todos tenemos un don para los deportes. Pero si tenemos la responsabilidad con nosotros mismos de averiguar cuál es nuestro don. ¿Qué nos apasiona?¿Qué nos absorbe?

Creo sinceramente que cualquier proyecto de emprender debe empezar por ahí. Descubrir tu talento, la materia prima con la que aterrizas en el mundo.

Si aspiras a vivir de un oficio, sea cuál sea, vas a tener que poner muchas ganas y trabajar duro. Divertirte con lo que haces es siempre el mayor de los atajos.

Algo que tienen en común todos los virtuosos es que han tenido la suerte de haber encontrado su talento durante la infancia. Jugando. Cosa que nunca han dejado de hacer.

Nuestras grandes pasiones se manifiestan siempre durante la infancia. De alguna forma o de otra, el juego del niño siempre nos da muchas pistas.

Y esa es la única manera que tenemos para encontrar nuestra “zona”. La excelencia sólo puede llegar cuando te das a algo sin reservas. Cuando te absorbe por completo. Me encanta esa frase de Bukowski que dice: “encuentra lo que amas, y deja que te mate”.

Encontrar tu propio juego y apasionarte con él es, de por si, ya un triunfo. Imagínate si lo conviertes en tu forma de vida.

Mientras lo hacemos, y morimos en el intento, nos repetiremos una y otra vez las palabras de Jordan:

“Sólo juega. Diviértete. Disfruta del juego”

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El Hacker, El Hipster y el Flautista de Hamelin.

Todo proyecto empresarial, grande o pequeño, los necesita. Esos tres perfiles, esas tres competencias harán sin duda que tus posibilidades de éxito crezcan de manera exponencial. Pueden ser tres amigos tuyos, o quizá prefieras ser tu mismo el hombre orquesta. Pero estos son los tres personajes que nunca deben faltar en tu proyecto o empresita: El hacker, el hipster y el flautista de Hamelin.

emprendedores vascos eskualde

-El Hacker: Necesitas a alguien al que no le dé miedo destripar y meterse en las entrañas del asunto. Es el que baja a sala de máquinas y se encarga de que funcione bien. Un solucionador de los aspectos más técnicos del proyecto. Que conozca diferentes lenguajes de programación y que este al tanto de las nuevas tecnologías.

-El Hipster: Es el detallista del grupo. Su mimo y su dedicación son fundamentales para que todo este en su sitio. Hablamos de la experiencia que tendrá el usuario, del poso que dejamos a nuestra audiencia. Los aspectos vivenciales y visuales del producto o servicio que damos. El hispter se encargará del diseño y del protocolo. La experiencia que se proporciona es fundamental.

-El flautista de Hamelin: No hay fiesta sin música. Tienes que contar una historia preciosa, una que la gente quiera escuchar. Hablamos del branding. De cuál es tu promesa y de por qué eso debería importarme? Si no tienes una historia que merezca la pena ser escuchada no tienes nada. El flautista de Hamelin conducirá la marca para seducir a tus públicos: audiencia, clientes, proveedores e inversores para crear con ellos conexiones profundas y duraderas.

Los vascos tenemos fama de gente emprendedora. Nuestro carácter asociativo acompañado de nuestro impulso para materializar e iniciar las cosas que nos proponemos, hace que el panorama emprendedor en Euskadi goce de buena salud.

 

Aún así cometemos el error muchas veces de querer iniciar nuestra aventura con las mismas personas con las que nos gusta irnos de fiesta. Es también típico el caso de aquellos compañeros de facultad que inician un proyecto sin tener en cuenta la duplicación de perfiles. Tres arquitectos o tres ingenieros se embarcan juntos sin tener en cuenta que la nave llega a puerto gracias a la suma y pericia de sus tripulantes. Cuando no se confrontan perspectivas se pierde siempre amplitud de miras.

Y sin embargo ni siquiera eso es una garantía de éxito. Nada lo es. Nunca. El que quiera certezas que se muera.

 

Para los demás siempre nos queda la incertidumbre. Vivir con ella al lado y aprender a disfrutarla. La gente que se propone cosas extraordinarias rara vez tiene un plan B. Eso lo vímos de cerca con el Hondarribitarrra Iñigo Busto, Javi Sanchez y su Startup Luraki.

Se dice que el mayor riesgo es no arriesgarse, aunque siempre hay que minimizar los golpes.

Como dijo el poeta uruguayo Mario Benedetti; sólo imagina lo precioso que puede ser arriesgarse y que todo salga bien.

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Contenerse es casi como robar.

Todo cambia demasiado rápido. La historia y el conocimiento se multiplican por si mismos, de manera exponencial, y nos deja a todos atrás. En pelotas.

Abrimos las ventanillas de nuestros coches y buscamos las señales, pero las indicaciones ya han quedado viejas para cuando acertamos a verlas nitidamente.

Vivimos inmmersos en un gran tsunami, una revolución tecnológica a lo bestia.

Los americanos lo llaman periodo disruptivo, una palabra que ellos han inventado y que hace referencia a una gran interrupción, una ruptura brusca.

De pequeños siempre nos han dicho que el sacrificio es la llave del éxito. Que el mercado laboral es duro y alienante pero que eso es lo que hay. El curro es curro. Y hay que ser sacrificado. El que más. Así se consiguen las cosas.

El trabajo, ya sea físico o mental, obedece siempre a las mismas pautas preestablecidas que hay que seguir.

Productores locales y emprendedores.

No nos ha importado meter horas extras. Obedecer y seguir el manual, ha sido siempre lo que hay que hacer. Uno entra en el mundo laboral y cambia su tiempo por dinero, en alguna tarea repetitiva con la máxima aspiración de que esa tarea no resulte demasiado coñazo.

Esa es la herencia que nos deja el viejo régimen. Aquel donde el dueño de la fábrica lo gobernaba todo. Como decía Marx, los que ostentan el monopolio de los medios de producción. El jefe. Esa era la única manera de labrarse un futuro. Encontrar un gran organigrama empresarial y someterse a él.

Hemos mandado mails a horas intempestivas de la noche para demostrar a nuestros jefes que nuestro grado de implicación con nuestra empresa es alto. Nos hemos sacrificado mucho por ella y no nos hemos quejado jamás. Aceptamos las directrices de la empresa y no cuestionamos nunca la manera de proceder. Agachar las orejas ha sido siempre la mejor opción.

La obediencia era la mejor vía para adaptarte al sistema y progresar en él. Esas han sido siempre las relaciones de dependencia entre trabajador y amo. Muy parecidas a las que se establecen entre los países exportadores de petroleo y los países que dependen de él. Si no tienes petroleo ponte a la cola y espera tu turno.

Pero la era industrial, la que vivieron nuestros padres y nuestros abuelos, está resquebrajándose. Toda esa herencia cultural que hemos recibido, todas esas pautas que nos han dado, están quedándose obsoletas. Las reglas del juego están cambiando ahora.

Por una sencilla razón: el acceso a los medios de producción está democratizándose. La distribución global está al alcance de casi todo el mundo.

Hoy en día si tienes un ordenador personal estas cerca de convertirte en el dueño de la fabrica. La revolución digital, te la ha puesto en las manos. Y eso ha saltado todo por los aires.

Las viejas relaciones laborales marcadas por la dependencia amo- trabajador están dejando paso a una nueva economía formada por hombres libres.

Es una nueva economía donde las ideas y los productos extraordinarios han encontrado un nuevo campo de batalla. Un terreno fértil. La era en el que la obediencia a dejado paso a la creación. Y en esta era de la creación, contenerse, es casi como robar.

 

Las pequeñas empresas y empresas unipersonales cuentan con un mayor margen para la innovación y la creatividad. Organizaciones locales y las empresas-persona cuentan con una capacidad mucho mayor de maniobra. Asumen el riesgo en su día a día y lo entienden como la piedra angular de su plan de negocio.

Son personas que tienen clara una cosa; las ideas extraordinarias, las que son escasas y por tanto valiosas, son el activo más importante. Ideas, productos y servicios que no temen salirse de la norma, de lo establecido y que entienden el nuevo marketing como conexiones profundas con las personas, y no como fuerza bruta del departamento de ventas.

En Eskualde queremos revindicar esta clase de trabajadores y contar sus historias. Queremos que sus ejemplos sean una inspiración para nosotros. Emprendedores vascos y productores locales como Kikis Alamo o Igor Obeso en Hondarribia e Irun. Gente que ha hecho de su pasión su oficio. Su forma de ganarse la vida. Y es que ya se sabe, los hombres y los monos aprendemos por imitación.

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Fermin Aramendia, las enseñanzas del mar.

Conocimos a Fermin Aramendia en una charla que dio poco después de llegar de su gran periplo. Ese que lo llevo a coger un pequeño velero, sin apenas nociones de navegación, y cruzar el Atlántico en solitario. Las vivencias que contaba de sus 4 años de viaje daban para escribir varios tomos. Fermin hablaba de largos días varado en mitad del océano Atlántico, sin rastro de viento alguno con el que poder navegar. Fueron esos largos días de calmada tensión donde uno empieza a darle vueltas al tarro y a cuestionarse todo. Fermin lo llama la terapia del silencio, enseñanzas de alta mar sobre la vida y nuestro lugar en ella.

Esta vez quedamos con él en la cala hondarribitarra de “Mangarranas” para que sacará su lado más “Coach” y nos hablara de emprendizaje, sobre cómo afrontar retos y lanzarse.

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Peyote, antropología y diseño gráfico

Las mejores conversaciones son muchas veces aquellas que no se ciñen a un tema en concreto, sino que viajan transversalmente de un lugar a otro. En Eskualde hemos querido conocer a Kikis Alamo, de Paperki, gran apasionada de la botánica y del mundo de las plantas, pero sobre todo una diseñadora creativa y manufacturera de papel artesanal, y junto a su pareja Josefo, uno de los pocos sitios donde se sigue trabajando el papel de esta manera. Os invitamos a compartir su pasión.

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